¿Cómo se convirtió el peor día de mi vida en un día memorable?
Era un caluroso agosto de 2021 cuando, a las 9 de la mañana, recibí la llamada más desafiante:
– Juliana, tienes que venir al hospital ahora. Papá ha tenido un derrame cerebral y el médico nos ha pedido que nos despidamos de él-.
El día que murió mi padre, mi mundo se vino abajo.

Lo primero que pensé fue: «¿Por qué yo?». Sólo tenía 25 años y deseaba que la vida de mi padre hubiera sido más larga. Quería decirle más; había muchas palabras y rabia clavadas en mi corazón.
Crecí con un padre medio presente. Estaba allí para enseñarme a nadar, a conducir o incluso a montar a caballo. Sin embargo, un «te quiero» escaseaba de sus labios.
Cuando la muerte llama a tu puerta, la lógica es lo último que se te ocurre. Además del agotador papeleo para enterrar un cadáver, tu corazón siente pánico, tu cuerpo se siente desolado y tratas de entender: ¿y ahora qué? ¿Cómo seguir adelante con este proceso de duelo?
Peor aún, ¿cómo hacer el duelo mientras estás en proceso de emigrar?
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Hacer el Duelo Mientras se Emigra
No pude estar presente el día del funeral de mi padre. Volaba de Medellín a Bogotá para tramitar mi visado de estudiante en Alemania. Llevaba tres meses esperando esa cita y, casualmente, era el mismo día en que tenía que despedirme.
Al principio pensé que era mala suerte, pero más tarde me enteré de que a mi madre le había pasado lo mismo. El día que tenía cita para ingresar en la Policía colombiana, no pudo asistir porque su padre había fallecido.
«No hay casualidad en la vida que no esté tratando de darte un mensaje».
En mi caso, fue una invitación a soltar lo pesado y empezar a fluir con el mundo. El día que murió mi padre, empezó mi sueño de emigrar. Tres meses después, me mudé a Berlín, llevando conmigo su recuerdo y la fuerza que me inculcó.
El día que murió mi padre empezó mi sueño de emigrar.
Después de la muerte, empiezas a ver la vida desde otra perspectiva. Ahora, deseas tener esos minutos extra de abrazar a tu ser querido. -Si no hubieras sido tan dura con tu padre, quizá no habrías tenido que curarte sola -me dije.
La verdad es que, después de la muerte, nadie vendrá a pedirte perdón. Tuviste que hacerlo tú sola. Aprendiste que el perdón viene de tu corazón, no de la boca de alguien.
5 Lecciones
Si estás leyendo esto mientras te has mudado recientemente a otro país o estás en proceso de hacerlo y, por desgracia, has perdido a alguien cercano, déjame decirte: “NO ESTÁS SOLO”.
Yo emigré hace tres años y, aún así, el dolor sigue ahí. Sin embargo, reconocerás que es más llevadero y puede servirte de motor para seguir adelante.
Quiero compartir contigo cinco de las mayores lecciones que aprendí de la muerte de mi padre. Al final, este blog es sólo un homenaje a William Moreno.
- El duelo no es un proceso lineal. Habrá días en los que disfrutes de cada momento del día y otros en los que te preguntes por qué dejaste tu país y tu familia. No hay necesidad de minimizar tus sentimientos.
- No hay planes para mañana. Mi padre planeaba visitar a mi hermano, que vive en Europa desde 2011, pero nunca lo hizo. Siguió organizando y esperando a hacer cosas antes de venir, pero la vida no espera. Un libro recomendado es El poder del ahora.
- Sé leal a ti mismo. Tanto si el mundo te critica a ti como a tu forma de vivir, la única forma de coexistir es siendo auténtico. Quiérete pase lo que pase y hazte dueño de ello. Consulta mi artículo sobre el Síndrome del Impostor.
- El éxito se consigue paso a paso: No hay un camino fácil para conseguir lo que te propongas. Debes dar pasos hacia tus objetivos y ser implacable. Nadie hará realidad tus sueños por ti.
- Sé amable con todo el mundo: Nunca sabes quién se sienta a tu lado y puede echarte una mano mañana. O mejor aún, no sabes quién está teniendo un día terrible. Seamos amables con los demás.
Mi padre vino a este mundo para ser un gran maestro, así que lo honré con este texto.
¿Estás pasando por una situación similar? Envíame un mensaje. Amaría hablar contigo sobre ello.